-ANAXIMENES: El aire es infinito pero determinado. Pero la determinación del aire es más abstracta a los sentidos que la del agua: es invisible como el ápeiron.El aire es infinito y “abarca todo el cosmos” El aire es además un principio activo y en movimiento (empuja los barcos, encrespa las olas, arrasa los poblados, etc.).
En segundo lugar el aire tiene carácter divinO «Anaxímenes dice que el aire es dios», y se compara con el alma. El aire se emparenta desde antaño con las potencias anímicas «Así como nuestra alma (yuch') al ser aire nos mantiene unidos, así también el aliento (pneûma) o aire abarca a todo el cosmos». En el texto anterior se mantiene una comparación entre el aire cósmico con el pneuma y con el alma aliento, en cuanto principio de vida.
3. El aire constituye mejor que el agua la materia adecuada para el racionalismo del grupo de transformaciones. La condensacióN y la rarefacción son atribuidas por Simplicio (Fís. 180 14-16) tanto a Tales como a Anaxímenes. Además, según noticia de Hipólito (Ref. I 7, 3) el aire «se manifiesta distintamente al condensarse y al hacerse más sutil». El aire al enrarecerse aumenta de volumen y se convierte en fuego. Al condensarse disminuye de volúmen y se transforma en agua y en tierra. Son por lo tanto los cambios cuantitativos (aumento o disminución de volumen) los que producen las diferencias cualitativas.
-ANAXIMANDRO: El arché es ahora lo ápeiron es decir, lo indeterminado, lo ilimitado, que es precisamente, según hemos dicho, el concepto de lo que vamos buscando. Lo que es principio de determinación de toda realidad ha de ser indeterminado, y precisamente ápeiron designa de manera abstracta esta cualidad. Lo ápeiron es eterno, siempre activo y semoviente. Esta sustancia, que Anaximandro concibe como algo material, es «lo divino» que da origen a todo. De Anaximandro se conserva este texto, que es el primero de la filosofía y el primer texto en prosa de la Historia:El principio (arché) de todas las cosas es lo indeterminado ápeiron. Ahora bien, allí mismo donde hay generación para las cosas, allí se produce también la destrucción, según la necesidad; en efecto, pagan las culpas unas a otras y la reparación de la injusticia, según el orden del tiempo.
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